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domingo, 6 de noviembre de 2011

EL DUALISMO AZTECA

EL DUALISMO AZTECA


Rememorizar a los aztecas es discurrir  en su valentía, predominio y ferocidad, esto último puede derivarse de su peculiaridad al dualismo, que siempre estuvo presente en todos los actos cotidianos y existenciales.

Los sacrificios humanos, fue una parte  importante de este dualismo para la existencia misma de este pueblo; ofrecer  vida a sus dioses para recibir del sol la vida misma;   se ofrecen  víctimas en aras de la propia  vida  para    la existencia del   sol dador de energía; lo que da vida,  no es equitativo dejar  que muera, es un deber  regresar lo recibido, dualismo de vida-muerte, muerte-vida, evolución perenne  de este pueblo que se vuelve conquistador  por necesidad en busca de la energía que requiere el sol para nacer cada día,  es un pueblo de grandes empresas que  busca la guerra, que  hace  prisioneros para ofrecer su sangre al ídolo  y cuyos adoradores  los guerreros deben traer de los pueblos vencidos, creando así un  imperio que llegó a ser el más grande  de centro y norte de América antes de la conquista española, tan grande fue la urgencia de víctimas  que cuando no hubo pueblos para hacer la guerra, se establece  por necesidad religiosa, las guerras floridas, combates guerreros entre pueblos amigos, con la única finalidad de hacer prisioneros para el sacrificio humano.

 Comprensible además, el gusto del indígena por las flores, su sensibilidad por lo armonioso y bello que nos muestra una alma convergente, dulzura demostrada particularmente a su hijos, educándolos con moral y respeto hacía sus semejantes, enseñándoles el estricto cumplimiento de  las normas establecidas con la finalidad de respetar la paz dentro de la sociedad, por tener conciencia ellos mismos  de formar parte de la naturaleza.

Al adorar a HUITZILOPOCHTLI,  el dios supremo de los guerreros,  que personificaba el sol en el cenit, cuando alcanza el grado más ardiente, los guerreros como el mismo sol deben hacer el mejor esfuerzo en  ser los mejores hombres,  valientes y esforzados para vencer a otros hombres para sacar vida de su muerte.

Sentíanse precedidos de una pareja primordial OMETECUCUHTLE “El Señor de la Dualidad” y de OMECIAHUATL “Señora de la Dualidad”, los cuales residían en la parte más alta del mundo, en el decimotercero cielo, de donde han nacido todos los dioses y nacen todos los hombres.

Los dioses descendientes de la dualidad suprema, a su vez han creado al mundo.

De esta creación, el acto más importante fue el nacimiento del sol y  este sol ha nacido del sacrificio y de la sangre.

Dice la leyenda: “Los dioses se reunieron en medio de las tinieblas en Teotihuacan y uno de ellos, de divinidad menor, leproso, cubierto de úlceras, se ofreció para arrojarse en una inmensa hoguera, donde surgió transformado en astro, pero este nuevo sol permanecía inmóvil: necesitaba sangre para iniciar su movimiento, entonces los demás dioses se sacrificaron y el sol, sacando vida de su muerte, comenzó su curso en el cielo”.

Desde entonces surge el drama de alimentar al dios sol con la sangre humana, es un deber sagrado, para evitar que las tinieblas invadan el mundo azteca, hay que evitar que el mundo perezca y así son benefactores de toda la humanidad.

El sacrificio humano es una transmutación, de la muerte sale la vida.

He aquí la angustia del azteca para  mantener vivo al dios Tonatiu, para salvarlo era necesario la sangre humana y su deber era impedir una catástrofe a la humanidad.

 Si  el sol nos  brinda vida  que lo conduce a su muerte para beneficio de los hombres; los hombres   le deben devolver vida (sangre) que nace de la  muerte (sacrificio) para que el sol no se extinga y pueda así  renovar su  energía para que no se detenga y continúe su movimiento en el cielo.

Por eso, el sacrificio humano entre los aztecas no lo inspiraba el odio, ni la venganza, sino todo lo contrario, un honor del ser  humano de  llegar  hasta la presencia de  los dioses;   el sacrificado  se revestía de mensajero sagrado y ese honor se lo disputaban los guerreros vencidos, saben que van a morir para lo más significativo- si  la derrota es humillante, la muerte del vencido se vuelve importante-  tal es la razón de ser  la institución de  “Las Guerras  Floridas ” Xochiyaoyotl, la cual parece haberse iniciado después de la terrible hambruna que asoló la región central de México en l450.

De común acuerdo los soberanos de México, Texcoco y Tlacopant y los señoríos de Tlaxcala, Huexotzino y Cholula, deciden a falta de guerra propiamente dicha, organizan combates a fin de que los que fuesen capturados en ellos se sacrificaran a los dioses. La guerra esencialmente era un rito sagrado  más que un instrumento de dominio político.

La grandeza del imperio azteca, no se debe a la codicia,  la fama, la riqueza, la sobrepoblación, el comercio ni ninguna otra causa generadora que impulsa a  muchos de los pueblos al poderío y dominio;  pero  no es  excepcional ni  los  únicos, aunque así se les critique, porque han existido otros pueblos que hicieron lo mismo,  como el israelita y musulmán,  que en nombre de el Dios Todo Poderoso, también han derramando la sangre de los pueblos vencidos,  para formar grandes  imperios, según la historia. 

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